viernes, 22 de enero de 2010

martes, 12 de enero de 2010

El manifiesto Queer (Evaluación 2)


Me ha arruinado... se ha reído de mis pérdidas y burlado de mis ganancias, ha afrentado a mi nación, ha desalentado a mis amigos y azuzado a mis enemigos. ¿Y cuál es su motivo? Que soy judío. ¿El judío no tiene ojos ? ¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?

Mercader de Venecia

Shakespeare

Creo que lo que más me llama la atención del movimiento Queer es que, a diferencia que lo que yo pensaba anteriormente, no es un movimiento que busca la igualdad entre minoría y mayoría. Es un movimiento que busca eliminar totalmente ambos conceptos: busca olvidarnos del concepto de mayoría como ente “normal”, busca romper con todos los binomios creados por la sociedad que más allá de unir o aclarar, simplemente separan.

Hombre/ Mujer, Heterosexual/Homosexual, Gay/Lesbiana consisten en binomios creados por la sociedad, sin base psicológica y, a decir verdad, sin base real.

Pongamos como ejemplo a la nueva secretaria de estado de Estados Unidos, Hilary Clinton. El hecho de que este cargo este ocupado por una mujer no significa que las decisiones tomadas han cambiado, o que el cargo haya disminuido su importancia. Significa exactamente lo que es: que una mujer, un gay, un negro, un paralitico, son todos exactamente igual de funcionales en un cargo determinado, sin importar ninguno de los binomios antes establecidos.

Creo que esa forma de decir “no queremos ser aceptados, queremos dejar de tener que luchar por ser aceptados” es la real base y novedad del manifiesto Queer. Es una forma de honrar la igualdad dentro de la diferencia, de respetar que todos somos diferentes y que luchar por ser iguales sería, además de una lucha en vano, una causa horrible.

Todos somos ridículamente diferentes, hay personas lloronas, serias, amables, antipáticas, malas, buenas, feas, bonitas, inteligentes, brutas, bobas, risueñas, sarcásticas, chistosas, trabajadoras, etc. Y la verdadera igualdad consiste en lo que nos plantea el mercader de Venecia: cuando nos hacen cosquillas ¿no reímos todos? ¿Y si nos envenenan? ¿No morimos todos de la misma forma?